domingo, 1 de marzo de 2009

EL NIÑO DE BARRO

Uno de los ejercicios realizados en el taller de narrativa, fue escrito a partir del título "El niño de barro", película inspirada en hechos reales, en la Buenos Aires de 1912, en donde una serie de brutales asesinatos a menores se propaga por la ciudad. Es necesario decir, que para este ejercicio sólo se tomó en cuenta el título,pues la película no ha sido vista por los participantes. a continuación te presento el link: http://www.elninodebarro.com/

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El niño de barro
Por Eli Sandino Marín


Aparece bajo la inclemencia de los mediodías, como los fantasmas del bosque, cuando las personas menos lo esperan, porque le temen. Hecho una estatuilla ornamentando las esquinas, los semáforos, los terminales, los “Mc Donald’s”. Niño come piedra, niño roba dulces, niño- bestia, tu madre se volvió humo y pavimento y te duerme en colchones de cartón. Tu madre te dejó caer y te partiste en cientos de partes como si las piedras de Daniel Herrera corrieran e hicieran estragos en toda la ciudad.

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El niño de barro
Por Tibisay Arenas


En una noche trémula y fría cerca de la Navidad, una niña estrechaba sus mejillas sobre el vidrio de un ventanal, y sus ojos grandes y penetrantes miraban fijamente hacia el cielo, miraba caer la lluvia, gota a gota, mientras sostenía con su mano un muñeco de barro, con formas y expresiones de niño. Sí, parecía un niño, dijo un pequeño que estaba postrado en una cama cercana al lecho de aquella niña que pasaba su día de Navidad en un orfanato sin padres y en soledad. Él Cerró sus ojos y empezó a soñar que dejaba de llover y jugueteaba en los charcos que había dejado la lluvia y embadurnó todo su cuerpo de barro y saltaba, reía, cantaba y pensó que si tuviese madre, tal vez no podría hacer esto. Sonrío y abrió sus ojos mientras la niña continuaba en el ventanal observándose en ella dos lágrimas que rodaban por sus mejillas, y este niño compartió su ilusión, se acercó para contarle, quedando impregnado de ella, al tocar el muñeco de barro que estaba en su mano. De repente, se vio una luz en la habitación, dejó de llorar, se abrió la ventana y del cielo se desprendió un rayo del sol. Ya había amanecido y estaban en su hogar con sus padres, se miraron, y dentro de su habitación se rieron. Pensativa se preguntó qué sueño, qué vida, aún sueño, o estoy despierta, pero observó que en sus manos posaba un niño de barro, hecho por su hermano. Sonrió y pensó: -sueña, y has realidad tus sueños-.
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El niño de barro
Por Sonia Carrizales


Desde que empezó a gatear le gustaba jugar con tierra, tanto que se pasaba el tiempo extasiada con los puños de sus manitas apretando la arena, para jugar y entretenerse, dando forma a aquel puñado de tierra. Parecía sentir placer al hacer eso, placer que fue creciendo a la par con su tiempo. Desde la ventana del taller se observa, a una mujercita, quizás con más deleite, extasiada en el dulce juego con la tierra, moldeando, dando forma y creando esas figuras de su infancia, que ella llama “el niño de barro”.

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El niño de barro
Por Nancy Landaeta


La tierra, principio y fin, alfa y omega de la vida. Un decreto infalible: polvo eres y en polvo te convertirás. Pienso la vida de la casa fabricada de adobes, hecho con el amor creativo del artesano, joyas de la arquitectura de todos los tiempos. La casa habla, cuenta su historia desde que es engendrada, es una niña del barro, la cual se cuida desde el comienzo con el amor de una madre. La tierra es casa de la vida, tiene su propio canto, crea su propia música. Esa música que nos proporciona la armonía de nuestros cuerpos. Somos la tierra, somos la vida que palpita en cada grano de arena viva. Somos tierra.

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El niño de barro
Por Dalva de Pérez


En las calles de mi pueblo, yo fui una niña de barro, contagiada por el suave murmullo del agua que descendía por la toma pegada a las aceras y por donde yo me extasiaba, contemplando y tratando de agarrar los pececillos que flotaban en la superficie de esa agua cristalina, con la cual yo disfrutaba, descalza, con otros niños. Ese era nuestro santuario de todos los días. Vivíamos en aquel lugar, embarrados de alegría, de inocencia, de sueños.
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El niño de barro
Por Evelyn Luque


Golpeaba la ola incesante, arrullando la orilla. El mar inmenso se deshace en una espuma suave y traviesa. Comienzo a trazar figuras que corretean entre mis dedos. No hay espacios, no hay historias, sin tiempo busco las imágenes y llegan a mi encuentro. Allí está él, riendo, tendiéndome sus manos.
Ayer los dos correteábamos a la vida. Subíamos, bajábamos, buscando caracoles y recogiendo estrellas. Vivíamos un cuento de mares, soles y arena.
Hoy, lo busco, sin embargo, permanece su figura de barro como una estela. Mi niño se fugó entre las nubes y la espuma, dejándome el palito del manglar que me sirvió de paleta.
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El niño de barro
Por Alfredo Ovalles Perdomo


En la profundidad de la Cordillera de la Costa, región centro- norte costera, Venezuela, existe una leyenda transmitida de generación en generación: “El niño de barro”. Cuenta la historia que Guaraytek, dios de la montaña, antes de partir del mundo de los mortales, le dijo a los indígenas arawak, que trabajasen la tierra, cultivaran el maíz, la papa y el tomate. Les prometió volver a existir convertido en un tubérculo bien nutritivo, este tubérculo se conoce como “el niño de barro”, o yuca.
Tiempo después, hubo una gran hambruna en la nación arawak que causó muchas muertes. El chamán de la tribu imploró a Guaraytek, de pronto, un gran estruendo que abrió la tierra y salió una raíz. El chamán lo interpretó como la respuesta del dios Guaraytek: El niño de barro.

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El niño de barro
Por Joseph Bordón


Una brisa lejana
pasa sobre las hojas,
se cae de las ramas
un cándido escondido
tan oculto y mojado,
en tiempo imperfecto
entorpecido solitario
descuidado ceniciento.
Del polvo un suspiro
que penetra el frío ser
es el niño
infante entre la esquina francés .
Inocente muerde la manzana,
se ensucia
siempre fue de arcilla,
de un gris ardor,
navega en un río verde,
sueña la posición.
Inalcanzable retrato abandonado
Por la eternidad
Ese arcángel de barro.
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El niño de barro
Por José Vicente Blanco


Amaso la masa
Siento su textura
Roja con naranja
Agua, más agua
Y amaso la masa.

Ya no es terrón, es masa
Tengo dos adobes, tres tejas
Y cinco ladrillos
Ya no tengo masa.

Arenas, a la masa,
Amaso, siento su textura
Tengo barronita, aguada
Carato, tengo la masa,
Mezclo y modelo.
El pie, el talón,
La corva de masa amasada.
La mano de masa,
Los dedos de masa,
El cuerpo es masa,
Brazo, cabeza, torso,
Masa de arcilla: gres,
Glúteos, pelvis,
Sus genitales pequeños.
Seco, ya está seco,
No es polvo,
Ahora es un bizcocho
Y lo veo en el horno:
Cuando se enfríe
Lo pondré en el pesebre
Al lado de la mula y el buey.
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Por Héctor Arrechedera
A Valentín Malavés


A las doce, del sol
cuando la luna y sus estrellas
duermen medio lejos …la materia en el corazón
el material entre dedos…
hay dureza, naciendo, entre humedad.

Él y sus grises ojos plomo, color y dureza sin explicar.

Difícil creer que a su edad,
el arte utilice sus manos.

Entonces, los villanos no tardaron,
Unidos, en odio, a calcar sus piezas.

El niño de barro con artesanos no tropieza
Pues no falta nada en la tristeza
Que no pueda o sepa aprovechar

Y ya hoy su voz se escucha,
Nacer de cada piedra.

Palabra en cada piedra.

Que neutraliza,
Carencias,
Entre piedras y barro

Su ciudad.

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Por Lucila Balza

Caminaba solitario
Entre frutas y flores
Soñando
Soñando

Quería una compañera
Su paraíso era inmenso
Se le realizó su sueño
Pues él era
El niño de barro.
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El niño de barro
Por Teresa Zambrano


Si somos polvo
Y en polvo nos convertimos
Ese niño con arcilla y agua
Se baña con barro
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El niño de barro
Por Gladys Roldán Díaz


Una tarde visité a mi nieta y me enseñó una obra creada con barro. Había hecho un niño de barro, y le colocó una cachucha, con su arcilla color rojo.