viernes, 15 de marzo de 2013


MARGARITA LASO

nació en Quito en 1963. Escritora y cantante, hizo estudios de sociología, literatura y música. Ha forjado su espacio artístico como intérprete de música popular, productora de espectáculos y grabaciones. Ha trabajado como editora para varias publicaciones y proyectos y presentado siete discos con diversidad de contenidos, pero con énfasis en la exploración de la música ecuatoriana de géneros tradicionales.

Aunque en el Ecuador es más conocida como cantante, en los últimos años ha extendido su trabajo literario. Participa en lecturas y recitales y ha sido invitada a múltiples encuentros internacionales de escritores y poetas.

 


oso

y sale del bosque el oso
su musculatura oculta
trae abrigo y debajo un brujo
sedoso no se desnuda
ante la sola idea de trozar mis partes
no se detiene
ávido el oso
de arrancar los lomos de las truchas con los dientes
en el corazón del remolino
hincar entre mis piernas el hocico
la ansiedad la sed la zozobra
el tirón de muerte que la succión mitiga

un dominio de demonios tus patas y mis muslos
maroma marcial llave poderosa runa y mándala

oso que muerdes los finos lomos de mi sexo

ya volverás al bosque
como el tigre a la arena
como al verdugo la máscara y la soga
ya volverás
como vuelve esta contorsionista
a bañar sus partes por partes
en los cultivos piscícolas del rio

Sangre fría

Es un cajón de 90 x 90 x 90.

En él se exhibe la espléndida pitón.

Carnívora de bronce y estaño.

No oye a su mandíbula elástica quebrantar

los huesos calientes de su comida.

Está enroscada sobre su lujuria.

Sorda y satisfecha.

No puede estirarse pero sus anillos de serpentina

se tocan como presas heladas.

Espera su merienda.

Por medio de una persiana

un ratón de blanco impecable

ha sido llamado a esta cena.

Será tragado sin que medie de cascabel o crótalo

advertencia alguna.

Sin que una orquesta de metales le despida.

Sin una danza funeraria.

El público está atento al momento del asalto.

El ratón merodea con unos saltímetros

esos pasitos que da en la epidermis el escalofrío.

Sus bigotes transparentes pronto temblarán

de una vez para siempre.

II

También yo

como la gorda constrictora

gozaré en la quietud estos banquetes.

Cada vez mis glándulas termosensibles me dirán

si has venido a lucir tu miserable gabardina

tu cola aguzada de escalpelo.

Si has venido quizás a llevarte la piel que mudo

o acaso

a mirarte en las placas y escudos de mi cuerpo.

¿No ves que tendrías que limar mis escamas?

¿Que arrancarme un colmillo?

III

Ven pues

que toda yo soy brazo que abrasa y destroza.

Y antes de engullirte

sabrás volar

con la sustancia tóxica que traigo en mi saliva.

Sabrás meterte en cintura.

Y engrosarme.

Ven

que notarás que soy ciega y siseo.

Que toda yo soy cuello y talle.

Que soy una víbora modesta.

Ven ratón que he perdido la línea.

Pero no el apetito.

Y tampoco el veneno.

mano

nadie te llama pero vienes

eres cual ricitos de oro

rompes la cama pequeña

y te tomas la avena

tal como en los misteriosos Cárpatos

en el mercado negro de los bosques

te comes además la mano del oso

servida así en su aceite

de ella extraes las garras

como del atún la espina

— la pieza más tierna y costosa- comentas

filtrando entre los labios una larga falange

bárbaros tramperos y músicos

celebran

y ricitos que se divierte

—pero si es de cría mejor- explicas

—si es de cría

mejor—

 

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