sábado, 15 de marzo de 2008

Carlos Aguilar Pertenece al programa "La Comunidad y su Escritura"

CONTIGO HASTA LA OTRA VIDA

Entré sin vacilar al salón principal donde los sonidos de mis pasos se confundían con las trompetas de un mariachi decadente que fungía como grupo de custodia del lugar de salvación de individuos sedientos de fiestas. No quise por ninguna razón esperar en el hotel, absolutamente nada podía originar un cambio de decisión. Yo retrocedía en la profundidad de los pasillos, en los espacios de tiempo. La noche era un incendio de coordenadas. El espejo de la entrada me devolvía la mirada, yo estudiaba esa frente amplia, las manos huesudas, los grandes brazos, la altura promedio heredada de mi padre campesino y no llegaba a reconocerme (¿Donde está ella?, me preguntaba, inspeccionando la multitud). Subí a tropezones a la habitación, guardé los frascos, los bordes de los cuadernos rotos, giré 180 grados en dirección al paraíso. A la vuelta de la esquina me aguardaba una fila de espantos que bailando en incipiente rutina me avisaban que había finalizado la bacanal. Esperé a mi gran amor a un lado del camino. Comencé a lamentarme de ese viaje, de todos los viajes que había hecho. La última canción del mariachi decía: “Mi corazón late desesperado, María mía, déjalo entrar en el tuyo, para que juntos seamos uno solo”, (extraña letra para una canción ranchera, pensé). Sin saberlo exactamente llegó ella, segura y clara como siempre, con la maleta en la mano, con la mirada puesta en el horizonte y extendiéndome la otra mano que llevaba libre, invitándome a seguir con ella hasta el final de la vía. Mi compañera se detuvo al borde de la línea, llorando hasta la última lágrima, diciéndome: -Te dejo ir, eres libre, no puedo seguir viendo tu fantasma-. Luego, las agujas del reloj giraron rápidamente en mi frente, y sin voluntad me fui desvaneciendo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

excelsoooooo!!!.... extraña letra para un mariachi, creo que llegó la hora de dejar partir ese fantasma que me ataba fuertemente a ti...

Anónimo dijo...

Carlos, excelente narración. muy urbana. Espero no te hayas desvanecido.... eres un buen narrador !!