1
Esta tarde mi
corazón hace cantar
A ángeles que se
recuerdan.
Una voz, casi mía,
Por demasiado
silencio tentada
Sube y se decide
A no regresar.
Tierna e intrépida,
¿A qué va ella a
unirse?
2
Todo sucede apenas
como
Si se le reprochase
a la manzana
Estar lista para
comer.
Pero quedan otros
peligros.
Como el de dejarla
sobre el árbol,
Como el de
esculpirla en mármol
Y el último, el
peor:
el de quererla en
cera.
4
Si se canta a un
Dios,
Este Dios nos entrega su silencio.
Ninguno de nosotros
avanza
Sino hacia un Dios
silencioso.
Este imperceptible
canje
Que nos hace
estremecer
Deviene la heredad
de un ángel
Sin pertenecernos.
Pequeña cascada
Ninfa, vistiéndose
siempre
Con lo que la
desnuda.
¡Cómo tu cuerpo se
adorna
Para la orilla
redonda y ruda!
Sin reposo, tú
cambias de traje
Y también de
caballera.
Detrás de tanta
fuga, tu vida
Queda presencia
pura.
7
Puesto que todo
pasa, yo paso.
Hagamos la melodía
pasajera.
Aquella que nos
tranquiliza
Tendrá nuestra
aprobación.
Cantemos a lo que
nos abandona
Con amor y arte.
Seamos más rápidos
Que la veloz
partida.
Rosa
Yo tengo tal
conciencia
De tu ser, rosa
completa,
Que mi
consentimiento te confunde
Con mi corazón de
fiesta.
Yo te respiro como
si tú fueras,
Rosa, toda la vida.
Y yo me siento el
amigo perfecto
De una tal amiga.
Retrato interior
No son los recuerdos
Los que en mí te
entretienen.
Tú no eres más mía
Por el poder de un
bello deseo.
Lo que te vuelve
presente
Es el retorno
ardiente
Que una ternura lenta
Describe en mi
propia sangre.
Yo estoy sin
necesidad
De verte aparecer:
Me basta tan sólo
nacer
Para perderte un
poco menos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario